LA INFLUENCIA SOBRE EL KARATE DE LAS ACTITUDES DEL JAPÓN FEUDAL Y DE LOS SAMURÁIS.
Por Bryn Williams
“Quienes se aferran a la vida mueren, quienes desafían a la muerte sobreviven”
Uyesugi Kenshin (siglo XVI)
Aunque el karate moderno se ha desarrollado en el siglo XX, derivado de Okinawa, actualmente ha sido influido fuertemente por la psicología de las artes marciales japonesas, con los orígenes y actitudes feudales de tales artes. Por lo tanto, es difícil, si no es que imposible, comprenderlo ampliamente sin conocer algo relacionado con esa cultura. El propósito de este capítulo es describir esa cultura en lo que sea pertinente para el estudio del karate.
Con la apertura de Japón al comercio occidental en 1853, forzada por el poderío naval estadounidense y el final consecuente del feudalismo, los Samuráis, o clase guerrera, que eran casi 2 000 000 dentro de una población aproximada de 30 000 000, se convirtieron en un anacronismo y a pesar de sostener varias rebeliones, fueron erradicados. No obstante su desaparición como clase social, toda la literatura, el arte y la cultura japoneses estaban influenciados profundamente por las tradiciones de los Samuráis, y su espíritu aún sobrevive y se manifiesta en diversidad de formas. Una de ellas, mas no la menor es en las artes marciales, incluyendo el karate; asimismo lo encontramos en la psicologia que motivó a los Kamikaze, o pilotos suicidas de la Segunda Guerra Mundial, la supervivencia en la selva y la prolongada resistencia de 29 años después de la guerra de los soldados japoneses ultranacionalistas (como el teniente Onoda en las Filipinas), y en las políticas económicas postbélicas de Japón. Muchos japoneses todavía añoran el periodo feudal como una época heroica y romántica en la que el Samurai representaba la figura heroica.
Por lo tanto, para comprender el karate es necesario apreciar el espíritu de los Samuráis que aún motiva a muchos de los karatekas más grandes del mundo. Por supuesto, esto no significa que dicho espíritu mueva a la mayoría de los karatekas occidentales, o nipones en todo caso. Muchos de los occidentales en particular lo tratan únicamente como un método de combate o defensa propia y sólo están conscientes de modo vago de la que podría llamarse filosofía implícita.
El periodo feudal japonés duró de fines del siglo XII a mediados del XIX y es comparable en muchos aspectos al periodo feudal europeo. Ambos mantuvieron rígidas estructuras jerárquicas de clase y un estricto código ético para la clase guerrera. Este código fue conocido en Japón como Bushido, que traducido literalmente significa “Modos Militares del Caballero”, o código de conducta apropiado para un caballero guerrero. En el vértice de la pirámide social estaba el Emperador o “Hijo del Cielo”, quien fue adorado hasta 1945 como un dios viviente; pero no tuvo ninguna intervención práctica en los asuntos de Estado durante la mayor parte del periodo feudal. Su función principal residía en promover la cultura y el arte recatado de la vida cortesana, la arquitectura, la jardinería ornamental, la poesía y las muchachas geishas, para todos los cuales se aplicaban reglas estrictas. El poder político residía en manos del shogun o ”General” quien personificaba al Dios de la tormenta o padre espiritual de los Samuráis. Sus poderes eran una combinación de los de un primer ministro y los de un caudillo militar contemporáneo. Abajo de los Shogun estaban los daimyo o nobles de la corte, cada quien con séquito de asistentes o guardias (Bushi o Samurai) equivalente a un pequeño ejército privado. Las demás clases sociales en orden descendientes de importancia, más no necesariamente de riqueza, eran los aldeanos, los artesanos y los comerciantes. Es interesante notar que los comerciantes – relativamente acaudaladoss eran inferiores en un sentido social a los campesinos y los artesanos, al igual que lo eran los Samuráis. Los Samuráis estaban excluidos del comercio y recibían su paga del Shogun o del daimyo en forma de arroz, que en años posteriores vendían generalmente a los mercaderes cuando apareció el dinero como un medio de cambio. Muchos que vivían en un estado de pobreza empedernida consideraban de mal gusto hablar de dinero o preocuparse demasiado por él. A pesar de esto se convirtieron en el ideal de la nación y en uno de los principales temas del arte y la literatura. Si no es que el principal.
Cuáles fueron. las influencias que moldearon al Samurai? Indudablemente lo fueron el zen budismo, el shinto y las enseñanzas de Confucio.
ZEN
“Al encontrarte con un maestro Zen en el camino no lo recibas con palabras ni con silencio, dale un golpe ascendente y serás considerado uno que comprende el zen”
E1 zen es una de las diferentes ramas del budismo practicadas en Japón. Se originó en China. Algunos creen que lo inventó el semilegendario Bodhidharma para satisfacer las necesidades prácticas, más que contemplativas, de los chinos pragmáticos. Otros consideran que fue producto de toda una escuela de profesores y tal vez fuese el resultado de una mezcla del budismo Mahayana más intelectual y el taoísmo chino autóctono.
En un sentido real no es ni una religión ni una filosofía sino, tal como fue descrito por el Dr. C.G. Jung, el eminente psicólogo suizo, en su prefacio al libro de D.T. Suzuki, An Introduction to Zen Buddhism, es más bien una técnica de psicoanálisis que conduce a la iluminación. Como los devotos no creen en el pecado original, piensan que en todas las cosas hay una parte de la naturaleza de Buda. Reconocer esta naturaleza Buda es identificarse con ella y alcanzar la iluminación o Satori.
“El Buda mismo
fue una vez un hombre como nosotros
al final nosotros también
nos convertiremos en Buda.
Todas las criaturas pueden compartir la naturaleza de Buda
Qué penoso en verdad que no se sepa esto!”
por Hecke Monogatari (Periodo Heian 794- 1184 d.J.C.)
Por lo tanto, el primer paso hacia la iluminación es comprenderse uno mismo, y no meramente como una imagen irreal, tal vez romántica, de uno mismo.
“Este cuerpo es el árbol Bodhi (Sabiduría Verdadera)
la mente es como un espejo brillante
cuida de mantenerla siempre limpia
y no permitir que haya polvo sobre ella”
Por lo tanto el zen es individualista y no hay énfasis moral sobre lo bueno o lo malo, sino nada más en comprender la realidad, que contiene inevitablemente lo bueno y lo malo al igual que negro y blanco o arriba y abajo. El Buda mismo es ignorado casi por completo. Con este énfasis en la realidad, el zen no está organizado institucionalmente en un sistema de Iglesia y el mundo la naturaleza y la vida constituyen la realidad. En este sentido está adaptado de modo admirable a la naturaleza práctica del japonés y orientada hacia el mundo. Como el mundo también puede ser violento, la comprensión del zen incluye la apreciación de este hecho: de allí la cita al principio de esta sección. Vista en este contexto, la ásociación de sacerdotes budistas, al inventár técnicas de peleas, también se vuelve menos misteriosa.
Sin embargo, el conocerse uno mismo significa sondear el propio subconsciente, ya que nuestra percepción consciente no revela más allá de nuestra auténtica naturaleza que la punta de un iceberg saliendo de las turbias profundidades. Hacer aflorar por completo nuestro subconsciente hacia el nivel consciente es imposíble, pues nadie podria comprender simultáneamente un número tan inmenso potencialmente de ideas o imágenes sin caer en la confusión. Por lo tanto, es imposible comprender el propio subconsciente mediante un proceso intelectual. No obstante, el zen intenta alcanzar esta comprensión a través de un proceso intuitivo- Esto incluye la utilización de una técnica (y la palabra “zen” puede ser traducida sencillamente como “técnica”), proyectada para eliminar la percepciónconsciente o pensamiento, lo que permite un hundimiento en el propio subconsciente donde “vuestras propias características originales que teníais antes de venir a la existencia” pueden ser reconocidas. Lo que más puede parecérsele en Occidente es cuando se alcanza una revelación o una comprensión religiosa por otros medios que no sean la oración o la contemplación de reliquias sagradas. El medio normal de lograr esto es “dejarse uno ir” intelectualmente y por contemplación de un Koan o paradoja para el que no existe una solución lógica, pero del cual existen una o tal vez más respuestas intuitivas. El tratar de definir un Koan y los procesos de contemplación y Satori (iluminación) involucrados, está en verdad más allá de las ambiciones o de la competencia del escritor. Sin embargo, citamos la siguiente anécdota, usada a menudo como un Koan y que fue extraída del libro de Eugen Herrigel, The Method of Zen, y que nos ayudará a entender lo que esto quiere decir.
“Un día, cuando Hyakujo salió de la casa con su maestro, Baso, vieron una parvada de gansos silvestres. Baso inquirió:
– A dónde están volando?
– Ya han volado, maestro.
Baso agarró repentinamente a Hyakujo por la nariz y se la torció.
– Oh, oh! – gritó Hyakujo, dominado por el dolor.
– Dices que ya han volado – dijo Baso- , pero todos han estado aquí desde el principio.
Entonces el sudor corrió por la espalda de Hyakujo y experimentó el satori.
La diferencia entre estas dos proposiciones es tan enorme que no pueden ser reconciliadas entre sí. “Ya han volado” es una declaración evidente por sí sola y de sentido común. Ya no son visibles, han desaparecido en algún sitio, de allí que ya no están aquí y por lo tanto no están presentes para mí. No se requiere de iluminación para establecer ese hecho.
Baso lo ve de modo muy distinto.
Si vemos con los ojos naturales, que todos poseemos desde el nacimiento, podemos registrar sólo lo que viene ante la vista, en un momento dado, de entre todo lo que existe. Para que algo se presente ante los ojos, debe existir. Con el “tercer” ojo, que se adquiere únicamente cuando se “renace”, puede uno ver sólo la existencia de algo, que es, el cimiento de su ser. Por lo tanto, la declaración debe quedar así: “Siempre han estado aquí”… no en este punto del espacio, naturalmente, ya que espacio y tiempo no participan en esta visión. Así, lo que parece no tener sentido o ser algo perverso, o un mal chiste, es en realidad una declaración muy simple de un hecho… un hecho que Baso ve con tanta claridad y en forma tan corpórea, como Hyakujo ve el hecho de que los gansos han volado. Ninguno de estos hechos contradice al otro, ya que pertenecen a dimensiones completamente diferentes, y Hyakujo nunca hubiese podido hallar la solución por medio de la reflexión prolongada. Sólo en el momento del dolor agudo dejó de pensar, y encontró la solución mediante el satori.
Algo relacionado con la misma idea está implícito en la doctrina cristiana cuando se pregunta: “Tiene Dios algún principio?”, y se responde, “No tiene principio. É1 siempre fue. Es y siempre será”.
Los nipones han reconocido tradicionalmente una poderosa conexión entre los aspectos físicos y espirituales de la vida; por esta razón adoptaron al zen procedente de China, en el siglo XII, y lo nutrieron hasta su realización completa. Aunque el zen no alenta la violencia de manera activa, la apoyó en forma pasiva, debido a su actitud indiferente hacia la vida y la muerte. La clase Samurai fue atraída en particular por los conceptos de lealtad e indiferencia a las privaciones físicas y terquedad, originarios del zen y por las creencias estoicas basadas en una fe en el destino, en la sumisión a lo inevitable y en desdén por la vida. También les atrajo la actitud moral de no echarse para atrás cuando uno se ha comprometido en el curso de una acción. Por lo tanto, el zen se convirtió en el credo del guerrero y posteriormente de las clases altas. En cierto sentido, los Samuráis ya tenían actitudes zen antes de que fueran conseientes de él. Es casi un dilema si el zen define al Samurai o el Samurai define al zen.
La contemplación de Koans es la técnica normal del zen para alcanzar el satori. No obstante, hay otras técnicas que, aunque no sean sustitutas, en realidad pueden ser consideradas complementarias.
“El Gran Sendero no tiene entradas
miles de caminos entran a él,
cuando uno pasa a través de su entrada sin entrada
camina libremente entre la tierra y el cielo”.
Estas entradas alternativas incluyen el estudio de la esgrima y la arqueria japonesas, el karate, el arreglo floral (ikebana) y la ceremonia del té. Cada una significa a su manera una sólida autodisciplina, concentración, calma mental, compostura y comportamiento sereno, cada una comprende, en sus niveles más altos, la aplicación de – técnicas que se hacen tan instintivamente, que ya no se necesita una concentración consciente en el detalle. E1 participante toma conciencia de la totalidad de su ambiente, en el caso de karate, del movimiento del adversario, sin pensar conscientemente en el movimiento detallado de brazos o piernas, etcétera. En otras palabras, no deja de ver el bosque por estar viendo los árboles. Por lo tanto, en un certamen los adversarios no se convierten en meras fuerzas oponentes sino, al igual que la vida y la muerte, en parte de una realidad.
“Tanto el verdugo
como la víctima
son como una gota de rocío y un relámpago;
así deben ser considerados”.
(Atribuido a un guerrero japonés al morir atravesado por la espada)
A1 moverse como una unidad, en un patrón total de movimiento, con el enemigo, con “una mente como agua tranquila” sin pensar en el temor o el ego, u otros aspectos de la conciencia, uno puede, preparado adecuadamente, reaccionar de modo inmediato y apropiado a los movimientos del contrincante. Observar akaratekas expertos, en especial cuando ejecutan sus katas; es como ver a alguien en estado de trance. Es como si estuviesen desprovistos de conciencia y alcanzaran una absoluta identificación con su habilidad. El mismo desprendimiento puede verse en un auténtico maestro durante el combate. Parece indiferente a los movimientos de su adversario o a los suyos propios. Sólo responde en forma instintiva conociendo por anticipado la vulnerabilidad del oponente tan solo una fracción de segundo antes de que se presente. Para cuando él esté conscientemente enterado de la oportunidad, ésta ya ha desaparecido. Por lo tanto, la instintividad es la esencia y esto incluye ausencia de pensamiento consciente.
“Todo es vacuidad …incluso el pensamiento de vacuidad ya no está allí. De este vacío absoluto viene el más pasmoso desenvolvimiento del hacer”.
SHINTO
Si el zen enfatizó las virtudes militares del estoicismo y el desdén por la vida, y proporcionó una técnica para el entrenamiento de la instintividad, el shinto recalcó la lealtad al soberano y el patriotismo. Como en el zen, el shinto enfatiza la bondad esencial del alma y la infalibilidad de la conciencia. Los templos shinto en su interior también son muy sencillos: no hay unos objetos de adoración que un simple espejo colgante. Por lo tanto, el acto de adoración se convierte en un llamado a “conocerte a ti mismo”. Es obvio que el zen y el shinto son naturalmente compatibles en ciertos aspectos y en ocasiones ambos han estado relacionados institucionalmente, y quedado dentro del mismo departamento del gobierno. Podría decirse que en particular el shinto cumplió el papel de una Iglesia establecida.
E1 shinto comprende también un elemento de adoración a los antepasados, a la naturaleza y a la cabeza de la familia nacional, representado por el emperador, considerado la encarnación viviente del Japón. La tierra de Japón (Nippon o Yamato) era también el sitio de reposo de los dioses y los antepasados muertos; y como tal equivalía a una tierra sagrada para la cual ningún sacrificio era demasiado grande. Los escuadrones suicidas y los pilotos Kamikaze de la Segunda Guerra Mundial, aunque para Occidente tal vez parecieran un fenómeno maniático de individualismo, caen directamente dentro de las tradiciones de los Samuráis.
“Como bien sabía que este camino debería concluir con la muerte;
fue el espíritu- de Yamato el que me apremió a continuar
a desafiar lo que aconteciere”
(Yoshida Shoin: en la víspera de su ejecución)
Con una religión estatal de tal naturaleza no es de sorprenderse que los Samuráis, o en los tiempos modernos el ejército japonés, constituyeran la fuerza de combate más formidable, y en particular para la defensa de su territorio amado
“En el país de Yamato
las montañas se agrupan;
pero la mejor de todas las montañas
es Kagu, caída del cielo.
Escalé, me detuve y vi mis tierras.
Sobre la extensa tierra
bruma de humo flota.
Sobre la extensa agua
gaviotas flotan.
Hermoso, mi país,
mi Yamato,
Isla del dragón que vuela”.
(Emperador Jomei, “Climbing Mount Kagu”; 593 a 641 d.J.C.)
El secreto del éxito económico actual de Japón es indudablemente esa misma lealtad al grupo, ese orgullo y voluntad disciplinada.
CONFUCIO
La tercera mayor influencia formativa sobre las actitudes del Samurai fueron las enseñanzas de Confucio, que manejaron el gobierno como un asunto de ética. Confucio fue un filósofo chino que vivió de 660 a 478 a.J.C. Pensaba que esencialmente todos los hombres eran buenos y que todo marcharía bien en el mundo si fueran mantenidas las relaciones correctas entre superiores e inferiores. Si un gobernante actuaba de modo correcto y así también lo hacían sus ministros, entonces la población en general reconocería su derecho a gobernar. Los subordinados mantendrian su lealdad y su respeto a la autoridad, a cambio de lo cual los superiores tendrían que ganarse este respeto cumpliendo su deberes adecuadamente, benignamente y con imparcialidad. De cierta manera uno podría estar describiendo la ética política de Los Días de Escuela de Tom Brown de la Gran Bretaña Imperial del siglo XIX. Esta filosofía estableció las bases para el noblesse oblige y el paternalismo benigno del Bushido. A1 enfatizar la necesidad de unidad dentro de una sociedad jerárquica también fu naturalmente aceptada por el shogunato, ya que est constituyó un cimiento social más.
Por lo tanto, los Códigos de Zen, Shinto y Confucio se reforzaron unos con otros y proporcionaron una base moral y filosófica para las actitudes del Samurai.
Bushido: El Código Samurai
Los criterios respecto al Samurai varían considerablemente. Para algunos eran feroces peleadores profesionales y asesinos despiadados. En cambio los románticos los ven como idealistas comparables a los caballeros de las leyendas del rey Arturo. Sin duda la verdad está situada entre los extremos. Tenían muchos privilegios, no trabajaban y estaban exentos de impuestos. También tenían el derecho legal de matar al instante a cualquier plebeyo irrespetuoso. Se requería lógica mente de algún código para evitar el abuso absoluto de esos poderes. Dicho código, el Bushido aunque nunca fue redactado emergió en el siglo XII.
Bushido significa el código de conducta adecuada para el caballero combatiente. Tiene un notable parecido al de los caballeros feudales europeos, cuyo periodo histórico también es muy semejante. Para vivir de acuerdo con este código, un Samurai debería ser valeroso, honorable, motivado por un deseo de actuar con rectitud y justicia, debería ser misericordioso, veraz, cortés, leal, poseedor de un gran dominio de sí mismo y capaz del autosacrificio.
En verdad era un código estricto, que sin duda más de unos cuantos dejaban de cumplir. Sin embargo, según la experiencia del escritor, es notable observar cuántas de estas características todavía son exhibidas por muchos de los karatekas más grandes del mundo, en particular quienes tienen antecedentes de entrenamiento en Japón. Esto sucede presumiblemente porque fueron entrenados en un medio empapado en las tradiciones subyacentes. Una proporción mucho mayor de karatekasOccidentales son entrenados en una atmósfera que pone énfasis sólo en lo físico o incluso en lo comercial. Tal vez esto sea inevitable, ya que es imposible virtualmente transplantar todo un rasgo cultural. Esto ocurre especialmente cuando la instrucción no está en manos de un japonés o de alguien entrenado en Japón; o también si existe un problema de lenguaje.
El énfasis del Bushido en la virtud militar de la bravura es inevitable y no requiere mayor discusión. No obstantes está ligado de modo estrecho con la virtud del honor, que aún es una poderosa fuerza motivadora en el moderno Japón. Con el reciente y fenomenal desarrollo económico del Japón, los occidentales pueden creer que la motivación principal de ese país es el dinero. Esto no sucedía en el Japón feudal y si hoy sucede es por un motivo yuxtapuesto al del honor. La apertura forzada de ese país al comercio occidental en 1853, significó una gran humillación para los japoneses, y con objeto de recuperar su prestigio (honor) necesitarán vencer a Occidente en su propio juego. De allí la revolución social, la abolición del shogunato y de los Samurai que no habían podido rechazar a los bárbaros y la importancia que le dan al poder económico e industrial lo mismo que al militar. Fue simplemente el espíritu Bushido adaptado a circunstancias modernas. E1 honor y el respeto propio fueron los motivos primarios, y la riqueza se consideraba en un lugar muy secundario; aunque sin duda, ahora se ha transformado en un símboio del éxito y por lo tanto en una prueba de la recuperación del prestigio. Entre los karatekas más grandes del mundo, el honor y la fama siguen siendo la mayor fuerza impulsora, pero como es tan grande la demanda de instructores de karate, se suscitan inevitablemente fuertes intereses financieros. Como el código feudal occidental de caballeria está muerto y enterrado hace mucho tiempo, tal vez sea ilógico pensar que los japoneses sigan adhiriéndose a sus principios de Bushido por más de un siglo desde el derrumbamiento de su raison d’ etre esencial. En tal caso, es una gran lástima. Es de esperarse que estos Samuráis de nuestros días sigan coincidiendo con sus antepasados Samuráis, para muchos de los cuales la pérdida de honor conducía al Seppuku (Hara- kiri) ritual, que señala:
“Cuando se pierde el honor, es un alivio morir; la muerte no es sino un retiro seguro de la infamia”.
Tenemos la esperanza al igual que el profesor Nitobe, de que “el Bushido puede desaparecer como un código independiente de ética; pero no así su poder sobre la tierra; sus escuelas de proezas marciales u honor cívico pueden ser derruidas; mas su lucha y su gloria sobrevivirán por mucho tiempo a sus ruinas”.
SEPPUKU O HARA-KIRI (Suicidio por Desentrañamiento)
El Seppuku como tal no está relacionado con el karate aunque, en cuanto a su práctica, observada por los Samurais, existen algunas vagas conexiones psicológicas Es verdad, ciertamente, que les fascina a muchos karatekas que ven a Japón con la misma veneración que guardan los musulmanes hacia la Meca. Por lo tanto, es por motivos de interés más que de pertinencia que ha sido incluida la siguiente sección.
Para los Samuráis, la muerte significaba un asunto de honor, y la muerte por vejez y por causas naturales no era algo deseable. Como lo creían los antiguos griegos, una muerte noble, temprana y violenta era un signo de predilección de los dioses, su ideal era “Vivir bellamente y morir de manera hermosa”. De allí la adopción del capullo de cerezo como emblema del Samurai… bello y efímero. Un día en pieno florecimiento, al dia siguiente abatido por la tormenta. “Vivir por siempre feliz” era un concepto extraño por completo y sigue siéndolo en la literatura japonesa moderna. Sin embargo, buscar la muerte deliberadamente era un signo de cobardía y escapismo. Un hombre notable viviría su existencia de un modo tan noble como pudiese y sólo en determinadas circunstancias prescritas podía recurrir al Seppuku o Hara- kiri (que significa literalmente “cortadura del vientre”) como un escape honorable. Estas circunstancias se referían a vengar a los amigos, pagar un crimen o error, o evitar el deshonor. El ejemplo más famoso de Seppuku multitudinario lo encontramos en “47 Ronin” cuya historia está escrita en obras de Kabuki y por su valía, para el japonés equivale a una tragedia griega.
La narración es la siguiente. En 1703, dos daimyo, los señores Asano y Kira, estaban presentes en ia corte imperial. Surgió una discusión en la cual Kira insultó a Asano. Con esto Asano desenfundó su sable e hirió a Kira. Por ser un crimen desenfundar un arma en la corte imperial, Asano fue condenado a morir por medio de Seppuku, dejando sin su amo a 47 Samuráis. Por lo que determinaron vengar a su amo y entraron por la noche a la mansión de Kira, exigiendo que él también llevara a cabo el Seppuku. Al negarse a hacerlo, le cortaron la cabeza y la pusieron sobre la tumba de Asano. Luego todos perpetraron el Seppuku y fueron sepultados a su lado. Este acto es venerado en Japón como una manifestación de absoluta lealtad y anualmente lo celebran con servicios conmemorativos.
E1 Seppuku también fue institucionalizado bajo un estado formal de ejecución que permitía a la víctima retener su honor al imponerse a sí misma la muerte. Una costumbre semejante prevaleció tambien en Roma- La narración siguiente de un Seppuku convencional está registrada en Tales of Old Japan, de Mitford (luego lord de Redesdale).
“Fuimos invitados – siete representantes extranjeros- a acompañar a los testigos japoneses al hondo o sala principal del templo, donde iba a ser efectuada la ceremonia- Era un escenario imponente. Un gran salón de elevado techo sostenido por oscuros pilares de madera. Del cielo raso colgaba una gran variedad de enormes lámparas de oropel y ornamentos peculiares de los templos budistas. Frente al altar elevado, y sobre el piso, cubierto con bellas esteras blancas, y a una altura de ocho o diez centímentros del suelo, estaba tendida una alfombra de fieltro escarlata. Largas velas colocadas a intervalos regulares proyectaban una luz difusa y misteriosa estrictamente suficiente para permitir que fuesen vistos los procedimientos. Siete japoneses tomaron sus sitios a la izquierda del piso en alto, y siete extranjeros a la derecha. Eran los únicos.
“Después de un intervalo de unos cuantos minutos de intensa expectación, Taki Zenzaburo, hornbre fornido de treinta y dos años de edad, entró al salón. con un aire de nobleza, ataviado en traje de ceremonia, con las peculiares alas de tela de cáñamo usadas para las grandes ocasiones. Estaba acompañado por un kaishaku y tres oficiales, quienes vestían el jimbaori, o peto de guerra tejido de oro al frente. Hacemos notar que la palabra kaishaku no equivale al término verdugo. E1 título es el de un caballero; y en muchos casos es un cargo desempeñado por un familiar o amigo del condenado; y la relación entre ellos es más bien el de un principal y un segundo que el de víctima y verdugo. En este caso, el kaishaku era un discípulo de Taki Zenzaburo, y fue seleccionado por su habilidad en esgrima de entre los amigos de este último.
“Taki Zenzaburo avanzó lentamente con el kaishaku a su izquierda en dirección a los testigos japoneses; se inclinaron ante ellos y después se aproximaron a nosotros y nos saludaron en la misma forma, aunque quizá con mayor consideración; en cada caso, el saludo fue correspondido ceremoniosamente. El condenado ascendió con lentitud y gran dignidad al piso elevado, se postró dos veces ante el altar en alto y se sentó en la alfombra de fieltro con la espalda hacia el altar, y de rodillas a su izquierda el kaishaku. Entonces avanzó uno de los tres oficiales ayudantes, portando un atril de los empleados en el templo para hacer oblaciones. Sobre el atril estaba la wakizashi, la espada corta o daga de los japoneses de veinticuatro centímetros de longitud, con una punta y un filo tan cortantes como una navaja de afeitar. Postrándose, la entregó al condenado, quien la recibió con reverencia, levantándola hasta su cabeza con ambas manos, y poniéndola frente a él.
“Luego de otra reverencia profunda, Taki Zenzaburo, con una voz que reflejaba gran emoción y vacilación como era de esperarse en un hombre que hacía una dolorosa confesión; pero firme en su cara y su actitud, habló como sigue:
“Yo, y solamente yo, injustificadamente di la orden de disparar contra los extranjeros en Kobe y de nuevo lo hice cuando intentaban escapar. Por este crimen me desentraño y ruego a los presentes me hagáis el honor de presenciar el acto”.
“E1 que habló dejó que sus ropas superiores se deslizaran hasta su faja, inclinándose una vez más, y quedó desnudo hasta la cintura. Con cuidado, según la costumbre, recogió sus mangas bajo sus rodillas para evitar caer hacia atrás; porque un caballero japonés noble debe morir cayendo hacia adelante. Tomó con mano firme y decidida la daga que estaba frente a él; la miró, pensativo, casi con afecto; pareció repasar por un momento sus pensamientos por última vez y luego se acuchilló profundamente abajo de la cintura, del lado izquierdo y llevó la daga con lentitud a su lado derecho y volviéndola hacia la herida, hizo un corte leve hacia arriba. Durante esta operación angustiosamente dolorosa no movió un solo musculo de su cara. Cuando extrajo la daga, se inclinó hacia adelante extendió el cuello y por primera vez cruzó por su cara una expresión de dolor, pero jamás emitio ningún lamento. En ese instante, el kaishaku, que había estado observando con atención cada uno de sus movimientos, de rodillas a su lado, se puso de pie de un salto y en un segundo levantó su sable en el aire; hubo un relámpago, un golpe feo, pesado, y una caída estrepitosa; la cabeza había sido separada del cuerpo de un solo golpe.
“Prosiguió un silencio de muerte, interrumpido sólo zor el horrible ruido de la sangre que salía a borbotones del bulto inerte frente a nosotros, que tan sólo un momento antes había sido un hombre valiente y caballeroso. Fue horrible.
“El kaishaku hizo una inclinación profunda, limpió su sable con una hoja de papel preparada para ese propósito, y se retiró del piso elevado; y la daga manchada de sangre fue retirada solemnemente, como prueba sangrienta de la ejecución.
“Entonces los dos representantes del Mikado abandonaron sus sitios y cruzaron hasta donde estábamos sentados los testigos extranjeros; nos pidió atestiguar que la sentencia de muerte de Taki Zenzaburo había sido cumplida fielmente, salimos del templo terminada la ceremonia”.
El lector puede pensar que el Seppuku es una práctica feudal alejada completamente del espíritu del Japón moderno. Sin embargo, fue únicamente en 1970 cuando Jukio Mishima, el renombrado escritor, dramaturgo, nacionalista y entusiasta deportista japonés, siguió la práctica antigua y se hizo el Harakiri. Admiraba las tradiciones de su patria y creía que el Japón moderno estaba abandonando sus derechos naturales al adoptar las costumbres de Occidente. Habló en una asamblea militar, acompañado por sus partidarios más allegados y trató de obtener respaldo para un levantamiento militar destinado a reincorporar al Japón, a sus costumbres tradicionales. Al fracasar recurrió a la salida tradicional del Samarai. Tal vez el espíritu del Japón feudal está considerablemente más próximo a la superficie de lo que suele suponerse.
